LA VAMPIRA DEL RAVAL: ¿LEYENDA O REALIDAD?

Si hubo un hecho que impresionó a la sociedad barcelonesa de principios del siglo XX, fue el de Enriqueta Martí, la conocida como la Vampira del Raval.


Enriqueta Martí y Ripollés nació en San Feliú de Llobregat en 1868 aunque se trasladó muy joven a Barcelona para trabajar de niñera. Sin embargo ese no fue su único oficio ya que también empezó a ejercer la prostitución en burdeles, en el puerto de Barcelona y en el Portal de Santa Madrona.
Conoció al pintor Joan Pujaló, con el que se casó en 1895. Sin embargo Enriqueta no dejó de ejercer por lo que esto, unido a que su carácter era bastante difícil, hizo que su matrimonio finalizara tras una tortuosa relación en la que las peleas y la reconciliaciones eran su día a día.


Se dedicó a llevar una doble vida, por el día mendigaba y pedía en casas de caridad, conventos y parroquias, vistiendo con harapos y haciéndose pasar por una sin techo más de la ciudad pero, por la noche se transformaba y vestía con ropa lujosa frecuentando El Liceo, el Casino y aquellas zonas en las que se reunían los burgueses de la época.


En 1909 regentaba un prostíbulo y fue detenida, junto a un joven burgués, por ofrecer los servicios sexuales de niños cuyas edades comprendían entre los 3 y los 14 años. Sin embargo y gracias a la familia de este joven y a sus contactos con altas personalidades barcelonesas, a las que se supone que ofrecía los servicios de estos niños, nunca fue juzgada y el proceso quedó en el olvido.


Después de este suceso siguió con su doble vida aunque a esto le sumó la profesión de curandera ofreciendo pociones, cataplasmas y ungüentos para distintas enfermedades, sobre todo para la tuberculosis, que en esa época casi no tenía curación por lo que conseguía vender sus productos entre la clase alta.


En 1912 desapareció una niña de 5 años, Teresa Guitar, mientras acompañaba a su madre esa mañana a comprar el pan. En una ciudad en donde las desapariciones de los niños ocurrían con gran frecuencia y pocos eran los localizados, a pesar de los esfuerzos de la prensa, la niña pasaría a ser una desaparecida más sino llega a ser vista el 17 de febrero por Claudia Elías, vecina de Enriqueta, cuando Teresa miraba a través de un ventanal del patio de su escalera.


Al ver a una niña rapada en ese piso que estaba jugando con otra pequeña, Claudia le preguntó a Enriqueta que quién era pero no obtuvo más respuesta que la del cierre de la ventana sin mediar palabra alguna. Ante esto, la Sra. Elías se lo comentó a un amigo suyo, que era colchonero de la calle, añadiendo además que creía que esa niña era Teresita. Este hombre lo puso en conocimiento al agente municipal José Asens


El 27 de febrero, con la excusa de una denuncia por tener gallinas en el piso, el brigada Ribot junto con dos agentes fueron en su busca y se la llevaron hasta su piso. Al entrar vieron a las dos niñas, una de ellas se identificó como Angelita, hija de Enriqueta. Teresita le acompañaba en la vivienda y explicó a los agentes cómo fue secuestrada por la Vampira: en el momento en que la pequeña se alejó de su madre Enriqueta se acercó y le cogió de la mano prometiéndole que le iba a dar caramelos. Al ver la niña que ya se alejaban demasiado se dispuso a dar la vuelta y fue en ese momento cuando Enriqueta la cubrió con un trapo negro, la llevó a su casa por la fuerza, le rapó la cabeza, le dijo que a partir de ese momento se llamaría Felicidad y que ella sería su madrastra.


Teresita también declaró que la alimentaba con patatas y pan duro, que no le pegaba pero sí la pellizcaba, que tenía prohibido salir al balcón y mirar por las ventanas y que había estancias en la casa por las que no podía estar. Pero como niña que era y aprovechando una de las ausencias de Enriqueta, indagó por el piso junto con Angelita y fue ahí cuando encontraron un saco en una de las habitaciones que estaba lleno de ropa ensangrentada de niños y un cuchillo también manchado de sangre


Como es natural Angelita también fue interrogada y su declaración dejó helados a los agentes. La chica comentó que antes de que Teresa llegara al piso había un niño de cinco años, Pepito, al que ella había visto ser asesinado por Enriqueta en la mesa de la cocina sin que ésta se diera cuenta de que estaba mirando. Al ver tal escena, la niña se volvió a meter en la cama muerta de miedo y se hizo la dormida.


Ante los relatos de las niñas le preguntaron a Enriqueta por la procedencia de las niñas. Sobre Teresa comentó que la había encontrado el día de antes en la Ronda de San Pablo y que se la llevó a su casa porque la niña estaba sola y en muy malas condiciones (declaración que se contradecía con la de su vecina Claudia Elías). Sobre Angelita también había dudas a pesar de que la pequeña reconoció que era hija de Enriqueta sin embargo,no sabía cuáles eran sus apellidos y comentó que su padre se llamaba Juan pero que no lo había visto nunca. Al preguntarle a la Vampira por esto dió varias versiones por lo que tampoco la creyeron


Trasladaron a Enriqueta para que declarase y se dispusieron a registrar la vivienda. Lo primero que les llamó la atención fue que el salón estaba decorado con mucho lujo pero el resto de la casa estaba en un estado lamentable. Tal y como le comentaron las niñas, en una de las habitaciones encontraron el saco de ropa ensangrentada y además, otro saco que contenía restos óseos quemados, numerosos frascos con sangre coagulada, restos de grasa y tuétanos con lo que llegaron a la conclusión de que los huesos habían sido quemados para extraerle la grasa (por eso se le conoce como la Vampira del Raval). En una habitación cerrada que tuvieron que derribar encontraron numerosas cartas cifradas con nombres que pertenecían a personas de la alta sociedad barcelonesa, recetas para enfermedades y las escrituras de cuatro propiedades.


En una de sus declaraciones Enriqueta confesó su verdadero apellido ya que se lo había cambiado a Marina para realizar la compra y los alquileres de distintas propiedades. Su marido se personó voluntariamente ante el juez para testificar y relató que hacía cinco años que no vivían juntos ni se veían, que nunca habían tenido hijos a pesar de que ésta le engañó en el pasado con un falso embarazo y un falso parto. También declaró que no sabía la procedencia de la niña. Tras hacerle un examen médico se concluyó que Enriqueta nunca estuvo embarazada. La mujer terminó confesando que había asistido al parto de su cuñada, María Pujaló, y le había hecho creer que el bebé había nacido muerto para quedarse con Angelita.


También explicó la procedencia de Pepito argumentando que una familia se lo había confiado, aunque no supo identificar a los padres, porque no podían hacerse cargo de él pero que ya no estaba con ella porque se lo tuvo que llevar al campo ya que se había puesto enfermo. La policía llegó a la conclusión, gracias al testimonio de Angelita, la declaración de la Sra. Elías (que le había visto varias veces dentro del piso) y los restos encontrados en el piso, que el niño fue secuestrado y asesinado para realizar los ungüentos que ella preparaba.


Al preguntarle por los huesos y los tarros, Enriqueta argumentó que estudiaba anatomía humana aunque terminó confesando que era curandera y los utilizaba para fabricar sus recetas que vendía a gente muy adinerada de Barcelona.


Enriqueta viendo que no se iba a librar de la condena sugirió a la policía que investigara las casas de las calles Talleres, Picalqués, Juegos florales y San Feliú de Llobregat. En todas ellas se encontraron con restos óseos de menores, ropa ensangrentada, tarros y libros de remedios y recetas… tenían suficientes pruebas para detenerla, juzgarla y condenarla a garrote vil por lo que la trasladaron a prisión a la espera del juicio


¿Pero qué pasó con los nombres que aparecían en la lista que encontraron?

Pues a pesar de los intentos de la policía, Enriqueta nunca confesó quienes eran. Entre la ciudad corrió el rumor de que entre esos nombres había políticos, médicos, empresarios y banqueros y querían que se hiciera justicia por haberse cometido, secuestros, pederastía, asesinatos y haber usado sus restos para curar enfermedades. Los ánimos estaba muy caldeados después de la semana trágica y temiendo que el clamor popular se convirtiera en un tumulto, las autoridades hicieron que el periódico ABC publicara un artículo en el que se explicaba que en esa lista aparecían los nombres de las personas a las que Enriqueta les mendigaba y estafaban por lo que nunca fueron juzgados por sus delitos…


La Vampira fue trasladada a la prisón de mujeres de Reina Amalia (demolida en 1936) mientras esperaba el juicio. Allí intentó suicidarse en numerosas ocasiones pero no lo consiguió. Pero al final no pudo ser juzgada porque, según la versión popular, el 12 de mayo de 1913 unas compañeras de prisión la lincharon acabando así con su vida y con toda la esperanza de que Enriqueta diera con los nombres de sus clientes y de que se hiciera justicia… Fue enterrada en una fosa común del Cementerio del Sudoeste de Barcelona


Es sin duda uno de los casos más escalofriantes ocurridos en nuestro país y que a pesar de los años no ha caido en el olvido. A esto hay que sumarle la cantidad de referencias en series y películas que tenemos sobre estos trágicos hechos.


Sin embargo, y según unas investigaciones reciente realizadas por el escritor barcelonés Jordi Corominas y que publicó en su libro Barcelona 1912, han hecho que todo lo que sabíamos sobre este macabro suceso quede en entredicho. Corominas cuenta que a pesar de los artículos escabrosos que se publicaron los primeros días tras la detención de Enriqueta el caso se diluyó y no se hizo un seguimiento riguroso por parte de la prensa. Para él, Enriqueta Martí fue una mujer marcada por el trágico suceso de perder a su hijo de diez meses a causa de la malnutrición. Y aunque si es cierto que secuestró a Teresita, no lo hizo para matarla sino para que le hiciera compañía a Angelita, la niña que la mujer cuidaba en el piso que compartía con el abuelo.


Según nos cuenta, Enriqueta sólo era una enferma mental que hubiera tenido tratamiento si hubiese nacido en esta época así que tenía poco de asesina en serie. Esa faceta no era más que unos delitos que se le imputaron para culpabilizarla de la cantidad de secuestros de niños, que se usaban para el proxenetismo por parte de la clase alta de la sociedad, que había en la época . Así que sólo fue una cabeza de turco


Corominas explica que los restos de sangre que había en su casa eran de ella ya que padecía cáncer de útero y que nunca se demostró que los huesos encontrados fueran de niños recientes. Como curandera que era probablemente los cogería de algún cementerio para usarlo de amuleto


En la misma línea está la historiadora del arte y escritora Elsa Plaza, que habiendo investigado la vida de Enriqueta llegó a la misma conclusión. Además añade que Enriqueta no murió apaleada tal y como se dice popularmente sino que falleció en la cárcel a consecuencia del cáncer de útero que padecía


Sea como fuere Enriqueta Martí ha pasado a la historia como una de las asesinas en serie más sangrienta de nuestro país.

J.R. y S.V.

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