El 1 de febrero de 1.974 en la ciudad de Sao Pauo en Brasil, tuvo lugar un pavoroso incendio en el edificio Joelma que se cobró la vida de 188 personas, 40 de ellas lanzándose al vacío presos de la desesperación por no morir abrasados. Hasta los atentados del 11 de septiembre en el World Trade Center, era la mayor catástrofe registrada en rascacielos hasta dicha fecha. El Joelma (hoy Praça da Bandeira) se construyó entre 1.969 y 1.972. Consta de 26 plantas y 101 metros de altura.
El fatídico 1 de febrero de 1.974 se originó un fuego en la planta 12, debido a un cortocircuito en uno de los sistemas de aire acondicionado. El edificio no contaba con las mínimas medidas de seguridad antiincendios, además de estar construido con materiales aislantes altamente inflamables, lo cual provocó que el fuego se extendiera rápidamente hacia las plantas superiores. Aunque más de 500 personas lograron escapar, muchas salidas de emergencias fueron bloqueadas por el fuego, el calor y el humo que ascendía rápidamente por la única escalera del edificio. Cerca de 170 personas llegaron a la azotea, pero el humo y el calor del fuego impedían que los helicópteros de rescate pudieran llegar a los sobrevivientes. Lo que pasó a continuación con todos aquellos que se mantenían con vida fue una escena procedente del mismísimo infierno. Algunos murieron calcinados, otros arrojándose al vacío, otros asfixiados y otros con los pulmones literalmente quemados al respirar aire a mas de 900 grados. Los bomberos evacuaron a unas 300 personas utilizando los ascensores hasta que éstos dejaron de funcionar.
Durante el incendio trece personas sin identificar quedaron atrapadas en el ascensor muriendo carbonizadas. Lo que quedó de los cuerpos se llevó al cementerio de San Pedro donde yacen hoy día, y sorprendentemente, nunca nadie denunció la desaparición de alguna de esas 13 personas.
Y aquí es donde empieza el misterio y la leyenda de las 13 almas del Joelma. Hay que decir que el edificio está construido sobre un terreno en el que antiguamente se enontraba una casa en la cual vivía Paulo Ferreira de Camargo junto a su madre y sus dos hermanas.
En el año 1.948, Paulo,de 26 años de edad y químico de profesión mató a su madre y sus hermanas y posteriormente se suicidó. El profesor fingió un accidente de tráfico en el que habrían muerto las tres mujeres, pero a la Policía le extrañó que no hubiese ningún registro de tal accidente y que tampoco hubiese cuerpos. La frialdad y premeditación del caso dejó perplejos a los investigadores del caso. No dudó en ocultar los cuerpos en un pozo que mandó construir unas semanas antes y mostrar total serenidad ante las investigaciones policiales. Cuando el triple fraticida se sintió acosado por la Policía decidió pegarse un tiro en el corazón. Tras la muerte de Paulo Ferreira todavía quedaba por resolver la extraña desaparición de los cuerpos. Al final consiguieron encontrarlos en dicho pozo. En el rescate murió un bombero víctima de una extraña infección por su exposición a los cadáveres en putrefacción, sumándose una nueva víctima a la fatídica lista de muertos por causas fortuitas en el lugar. Durante dos décadas la finca fue considerada maldita y permaneció abandonada víctima de la superstición generada tras el “crimen del pozo”. Por fin, se quiso finalizar con los malos agüeros y se construyó el Joelma. Eso sí, cambiaron la numeración que la finca tenía para evitar el recelo de los más reacios a la reutilización de la, considerada, finca maldita.
Desde entonces surgió una leyenda urbana sobre un presunto misterio que protagonizarían los espíritus de estas trece personas que no lograron ser identificadas. El mayor difusor de esta leyenda era Luiz Nunes, el vigilante del cementerio, que cuenta que las voces desgarradas de los espíritus piden auxilio de vez en cuando. Además asegura que las voces proceden del lugar donde estaban los cuerpos de estas víctimas del incendio del Joelma. Nunes afirma que estas voces cesan cuando vierte agua sobre los restos de los trece atrapados en el incendio y que después estos espíritus le otorgan cosas. De hecho es a esta labor de “mitigación del sufrimiento” con agua a la que achacaba su curación tras sufrir un infarto cardiaco. Todo un milagro para él.
Después del incendio, el edificio Joelma estuvo cerrado durante varios años debido a las labores de remodelación, rebautizándolo como “Praça da Bandeira”. Había esperanzas entre los habitantes de Sao Paulo de que el nuevo edificio haría olvidar la terrible tragedia. Pero muy al contrario de lo esperado, el nuevo edificio presentó gran cantidad de actividad paranormal. Sobre todo las plantas superiores de la decimoquinta, que parecen ser las anfitrionas de una serie de apariciones fantasmales en las escaleras que hacen disparar las alarmas de incendios constantemente y que provocan un mal funcionamiento en los ascensores.
En 1979 se hizo una película basándose en una de las víctimas del incendio, una joven procesadora de datos llamada Volquimar Carvalho. La actriz que la interpretó declaró sentir sensaciones extrañas. Los encargados del montaje también vieron fotografías extrañas y un halo de misterio envolvió a todo el rodaje.
Y es que la historia de Volquimar ya fue misteriosa desde el momento de su triste fallecimiento en el incendio. Según cuentan sus familiares, ella se apareció a su madre para contarle en que tanatorio reposaba su cadáver. Además se le atribuye al espíritu de Volquimar una serie de fenómenos paranormales en el actual edificio restaurado tales como apariciones de “fantasmas” que se parecían a ella, ruidos, sensaciones térmicas anómalas y todo tipo de apariciones.
En 2004 el edificio llegó a ser exorcizado para acabar con todos estos fenómenos que intrigaban a los trabajadores justo en las dos plantas donde más murieron: la 19ª y la 20ª. Hoy, continúa el misterio de las 13 almas del Joelma.
J.R.







