LA VERDADERA HISTORIA DE NORMAN BATES

En 2.019 se cumplieron 60 años de una de las grandes obras maestras del género de terror y de cuyo escenario me sirvo para dar nombre a este blog. «Psicosis» (Alfred Hitchcock, 1.960) se ha convertido en paradigma del horror y del suspense en la historia del cine de todos los tiempos. Basada en un caso real, la película atemorizó a millones de personas, dio a su creador el prestigio de “director de películas de terror” y tuvo influencia en generaciones de directores.

Hitchcock se sirvió de dos fuentes de inspiración, por un lado el caso real de Ed Gein, que asesino al menos a dos mujeres y se dedicaba a desenterrar cadáveres, también de mujeres. Por otro lado se inspiró en la novela de «Psicosis» de Robert Bloch publicada en 1.959. Hitchock leyó el escrito, y le inspiró de tal forma que compró todos y cada uno de los ejemplares a fin de que no se conociera el final de la trama, se aseguró la compra de los derechos por unos 2.000 dólares de la época.

El protagonista de esta novela se llamaba Norman Bates, un sujeto con un fuerte complejo de Edipo (En psicología, complejo de una persona, especialmente durante su niñez, por el que manifiesta un evidente sentimiento de amor hacia al padre del sexo contrario y un sentimiento de rivalidad hacia el padre del mismo sexo; se aplica más concretamente al del hombre, por el que manifiesta amor por su madre y rivalidad hacia su padre). En la novela se describe a un individuo mucho menos glamouroso que el de la película, protagonizada por Anthony Perkins. Bates regenta un motel decrépito que enciende sus luces en las noches de Fairvale, California, lejos de una autopista que le apartó del progreso y del equilibrio mental. No tanto por el argumento como por su punto de vista, el libro otorga un ego inmenso al personaje. Con su apariencia de conducta honrada, Bates no intimida a sus víctimas. Al contrario, parece tener preocupaciones morales, y de hecho, las aplica a los temores que le inspira su madre. Cuando imagina fantasías criminales, convierte a la anciana en un matarife incontrolable, cuyo rastro de sangre conviene ocultar de las autoridades.

Pero hablemos sobre Edward Theodore «Ed» Gein (1906–1984), el auténtico psicópata. Nacido en La Crosse (Wisconsin, EEUU), en una familia con antecedentes puritanos estrictos, con un padre, George, alcohólico, inepto y cruel, y era la madre, Augusta, quien trabajaba. Decidió educarlo de manera estricta, guiándose por un puritanismo obsesivo y no toleraba ninguna otra influencia exterior que no fuera la suya, sin piedad, y sin permitirle tener amigos. El pequeño Ed era quien más sufría ese desprecio de su madre, aunque era a quien más quería en el mundo. Augusta decía que no quería que él fuese como «esos hombres lascivos y ateos» que veía. Creció convertido en un chico tímido, solitario y extraño. Su padre murió y poco después su hermano Henry, así que en 1944, por fin, Ed Gein se encontraba con su madre sin competencia parental. Pero ella murió meses después gravemente enferma. Durísimo golpe para Ed.

Aquí empezó la locura definitiva de Ed. Poco después del fallecimiento de su madre, Ed reunió en su hogar un muestrario de restos humanos que fue robando del cementerio local, exclusivamente de mujeres de edades similares a la que tenía su madre cuando falleció. Se dedicó a curtir y a coser las pieles de las difuntas con el objetivo de cubrirse con ellas, y realizar un tosco ritual de travestismo. Como veréis, del linaje de este asesino y ladrón de tumbas también nace Leatherface, el homicida de La matanza de Texas. Una locura que estremeció al país entero cuando en 1957 fue detenido acusado del asesinato de dos mujeres. La Policía halló en su casa una macabra colección de objetos de todo tipo hechos con cadáveres de mujeres , además de las dos mujeres descuartizadas por él. No pudo ser juzgado hasta unos años después, pero Ed ya se quedó para siempre en el manicomio, donde fue un paciente de buen comportamiento. Murió a los 77 años, en 1984, de una grave enfermedad, siendo enterrado en el Cementerio de Plainfield al lado de su madre, consiguiendo póstumamente lo que él tanto deseaba: estar con ella.

Personalmente puedo decir que «Psicosis» es una de mis películas de cabecera, cuyo ambiente sombrío (la Paramount no vió claro el proyecto y Hitchcock tuvo problemas de financiación, por lo que el film se rodó en blanco y negro debido al bajo presupuesto, al final un gran acierto), una atmósfera agobiante y una música que hiela la sangre, me impactó desde el minuto cero, hace ya muchos años.


J.R.

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