LA PROFECÍA. (1.976)

«Roma, 6 de Junio. 6:00 A.m.»
Así comienza La Profecía, otra de las grandes películas malditas de la historia. Plagada de sucesos extraños, este extraordinario film de terror dirigido por Richard Donner tiene un lugar destacado en el cuadro de honor de películas malditas.

Robert Thorn (Gregory Peck) es un diplomático estadounidense que se encuentra en Roma junto a su mujer Kathy (Lee Remick) cuando esta se pone de parto. El bebé que esperaban muere al nacer. Un sacerdote llamado Spiletto se encontraba en el hospital. Ante el dolor de Robert y sin que su mujer supiera aún la desgracia, le propone a Thorn sustituir a bebé muerto por un huérfano. Los padres nombran a su nuevo hijo Damien (Harvey Stephens). Tiempo después, Robert es nombrado embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña.

Cuando Damian cumple cinco años su niñera se suicida lanzándose desde el tejado de la vivienda de los Thorn. Es ahí donde se desencadena el mal. Y todo parece girar en torno al pequeño Damian. Mientras se suceden los accidentes misteriosos y las muertes de quienes tratan de advertir a Robert sobre quién es verdaderamente Damian, Thorn viaja a Roma a entrevistarse con el padre Spiletto. Se encuentra con el sacerdorte, que está mudo y con la mitad de su cuerpo quemado ya que fue víctima del incendio que arrasó con los archivos del hospital donde supuestamente nació Damian.

Spiletto le da los datos de una tumba donde se encontrarían el hijo de los Thorn y la madre de Damian. Lo que descubre es aterrador. Los restos del bebé de los Thorn muestra signos de haber sido asesinado, y el esqueleto que se halla al lado es el de un chacal. Robert ya no tiene dudas, su hijo es el Anticristo y debe acabar con el.

A grandes rasgos esta es la trama del film, de por sí aterradora. Pero lo que verdaderamente resulta aterrador es lo que rodea a la película.

Las casualidades empiezan pronto. El hijo de Gregory Peck se suicidó un año antes del comienzo del rodaje, cuando Peck ya había aceptado el papel protagonista. El actor nunca superó ésta pérdida.

Cuando se anunció el rodaje, el Vaticano se opuso firmemente, advirtiendo a la productora que ciertos temas podrían resultar inadecuados, de hecho uno de sus teólogos indicó que «Todos los miembros del equipo acabarían creyendo en el Demonio».

Pero no sólo fue la Santa Sede quien les advirtió. Anton LaVey, fundador de la iglesia de Satán, apareció mientras se rodaba la película y le pidio al director, Richard Donner que suspendiera el rodaje, ya que el argumento era peligroso. Donner ignoró tales advertencias y LaVey inició una persecución al director para que suspendiera la grabación. El acoso llegó a tal punto que Donner tuvo que solicitar una orden de alejamiento. En éste punto LaVey le dijo a Donner que a su película le iban a rodear muertes inexplicables. Al poco tiempo fallecieron los padres del director, su hermano y su propia hija en circunstancias extrañas.

En el vuelo Los Ángeles-Londres que trasladaba a Gregory Peck y parte del equipo para el comienzo del rodaje, un rayo alcanzó al aparato sin más trascendencia que el susto lógico. Ocho horas más tarde, el produtor ejecutivo Mace Neufell volaba en otro avión haciendo la misma ruta. Otro rayo alcanzó al avión. Mientras ésto ocurría, el productor Harvey Bernhard volaba hacia Roma, siendo alcanzado por un tercer rayo. Cuanto menos, curioso.

Pero no es el único incidente con aviones. En una de las escenas utilizaron un avión para el rodaje de las tomas aéreas de Israel. Al despegar el avión impactó con una bandada de pájaros, inutilizando los motores, perdiendo potencia y estrellándose al borde de la pista. Debido a la inercia que llevaba el aparato siguió desplazándose chocando contra un vehículo. Murieron los ocupantes tanto del avión como del coche. Casualmente las personas que iban a bordo del vehículo era la mujer y el hijo del piloto de la aeronave.

Una noche Gregory Peck y Mace Neufell estaban cenando en el céntrico restaurante del hotel londinense donde se hospedaban cuando un artefacto explosivo colocado por el IRA estalló en el establecimiento. Afortunadamente el incidente no pasó a mayores. Pero sorprendentemente se volvieron a encontrar con otro atentado. Ésta vez cuando se dirigían a la boca de metro de la estación de Green Park donde estalló otro artefacto.

Al finalizar una de las jornadas de rodaje, el productor, Havey Bernhard llevabaa casa en coche a Richard Donner. Al bajarse éste del vehículo apareció un coche de la nada y golpeó la puerta del copiloto. Donner casi pierde la pierna.

Se rodaron escenas en un zoólogico en las que se utilizaron leones. La noche posterior al rodaje de estas escenas, los felinos se escaparon (probablemente por un desgraciado descuido) y devoraron a su cuidador. Éstas escenas no fueron incluídas en la película.

Pero no fue el único incidente relacionado con animales. Los Rottweillers empleados en el film, perfectamente adiestrados atacaron ferozmente a su adiestrador y cuidador.

Concluyó el rodaje y se estrenó la película, siendo un éxito de taquilla y de crítica. Pero su oscura sombra iba a seguir actuando.

Uno de los especilistas que trabajó en las escenas más peligrosas, Alf Joint sufrió un accidente mientras rodaba el film «A bridge too far» al realizar un salto desde un edificio hacia una bolsa de aire. Algo salió mal y acabó en el hospital. Al despertar Joint declaró que sintió «Como si alguien le hubiese empujado».

Lo más trágico fue el accidente sufrido por John Richardson, encargado de los efectos especiales de «La Profecía», además de ser la persona que ideó la famosa escena de la decapitación del fotógrafo con un vidrio. El viernes 13 de Agosto de 1.976 John y su asistente, Liz Moore, viajaban en coche cuando de repente perdió el control del vehículo impactando contra un cartel. En el accidente Moore murió decapitada y partida por la mitad, ya que la rueda delantera derecha atravesó el chasis y acabó incrustada en el asiento del copiloto. Lo más sorprendente es lo que rezaba el cartel. «Lieja 66.6 Km.».

Muertes, accidentes, casualidades…como en otras películas malditas que ya hemos tratado en éste blog, en «La Profecía» los misteriosos y trágicos sucesos que la envuelven darían para otra terrorífica historia. Aunque no creo que nadie se atreviera a producirla. Ya sabéis, como dijo aquel teólogo del Vaticano…»Acabarán creyendo en el demonio».

J.R.

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