EL PARADOR DE CARDONA

En la provincia de Barcelona, a unos 100 kilómetros de la capital, se sitúa la localidad de Cardona, una villa medieval que aún conserva intacta la esencia de esa época gracias al estado de conservación de sus calles y rincones y sobre todo, al gran Castillo que se erige en un cerro de más de 1.000 metros de altitud


El Castillo empezó a construirse sobre el año 886 por Wilfredo el Velloso, aunque Ramón Berenguer IV añadió algunas edificaciones. En el interior de esta fortaleza se encuentra La Iglesia Románica de Sant Vicents (donde aún hoy se encuentran los restos de los Duques de Cardona) y la Torre de la Minyona, ambas construidas en el siglo XI, y rodeando todo el enclave se encuentran unas robustas murallas que datan del siglo XIII, en cuyos pies se produjeron batallas tan importantes como “Las Carlistas” y la de “Sucesión”.


En el siglo XV, el castillo pasó a ser propiedad de los Duques de Cardona, ricos señores que apoyaban a la Corona de Aragón y se emparentaban con las principales familias europeas. Permanecieron en esta gran fortaleza hasta el siglo XVIII, cuando fueron derrotados por las tropas de Felipe V en la Guerra de Sucesión.


En 1976 se decide reconstruir el Castillo para reconvertirlo en Parador y desde entonces es propiedad de la Red de Paradores de España, una gran forma de recuperar semejante monumento declarado como Bien de interés Cultural del Patrimonio Histórico de España en el 1992. Pero este hecho trajo consigo unas consecuencias que nadie podría imaginar…


En el momento en que empezaron las obras de esta fortaleza no fueron pocos los trabajadores que tuvieron un encuentro con lo sobrenatural, con lo inexplicable. Hablaban que veían una mujer vestida de época que sollozaba y que algunas veces, iba acompañada de un hombre. Los perros de vigilancia no querían pasar por ciertas estancias del edificio y las herramientas desaparecían y aparecían a su antojo.


Una vez abierto el Castillo, algunos huéspedes han hecho referencia de que por la noche han visto en su habitación a una mujer. Otros han comentado que habían escuchado el arrastrar de muebles, así como golpes y llantos durante toda la noche, incluso algunos han llegado a decir que una mujer se les ha introducido en la cama en medio de la pareja…


Tal fue la magnitud que alcanzaron estos hechos que la dirección del Parador decidió cerrar para los visitantes una habitación en concreto, la habitación 712, ya que todos estos fenómenos sucedían entorno a ella. Esta habitación se encuentra en la última planta de la Torre Minyona.


Entre todas las personas que han sido testigos de los hechos que allí ocurren, se encuentra D. Carlos Herrero, exdirector del Parador, que dejó una carta a su sucesor informando de los sucesos que allí sucedían. En la misiva se relata cómo dos trabajadoras fueron a limpiar la habitación 712 y por protocolo, llamaron a la puerta antes de entrar, aunque ya sabían que la estancia estaba vacía. Su sorpresa fue cuando desde el otro lado de la puerta alguien con voz grave les dijo: “Espere”. Llamaron a recepción para comprobar que dicha habitación estaba vacía tal y como les aparecía en su lista y con esa llamada confirmaron que no había nadie alojado en esa estancia. Cogieron su llave y se dispusieron a entrar cuando notaron una fuerza que les impedía abrir la puerta. En ese momento pasó por allí Carlos Herrero y las limpiadoras le comentaron lo sucedido.


El director llamó de nuevo a la puerta y recibió la misma respuesta que recibieron las dos mujeres: “Espere”. No fue hasta unos minutos después cuando pudieron al fin abrir la habitación y, al entrar se encontraron con una habitación vacía cuyo cuarto de baño estaba lleno de vaho, el espejo empañado, huellas en el suelo, el grifo de la bañera abierto y una toalla húmeda. Revisaron la habitación de arriba abajo constatando de que la estancia se encontraba vacía.


Hay referencias de estos hechos en un artículo que publicó el diario “El País” cuyo autor, el periodista, abogado y premio Planeta, Francisco González Ledesma, relata los hechos que él había vivido mientras se alojaba justo en la habitación de debajo de la “Habitación Maldita”
Cuentan que todos estos hechos se producen porque justo en esa estancia Adalés, la hija del vizconde Raimón Folch, fue condenada a vivir encerrada al enamorarse de un musulmán. Y allí la joven muchacha encontró la muerte. Puede ser que el Castillo quedara impregnado del dolor de esa chica o bien del dolor que sufrieron los que antiguamente fueron encarcelados en sus mazmorras.


Quizás nunca llegaremos a saber la causa por la cual en la Habitación 712 se escuchan esos ruidos y tiene esas apariciones. Lo que si tenemos claro es que esa habitación continúa cerrada al público alquilándose solamente cuando alguien la pide expresamente, eso sí, la dirección del parador no se responsabiliza de lo que pueda allí acontecer.


Esta habitación pasará a nuestra lista de próximas visitas…

J.R. Y S.V.

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