El FANTASMA DE LA DIPUTACIÓN DE GRANADA

Rebuscando lugares donde poder investigar en Andalucía, hoy os voy a hablar de la antigua Diputación de Granada, actualmente sede del Catastro, sita en la calle Mesones de la capital Nazarí. Todo amante del misterio ha oído hablar de este archiconocido caso, paradigma de sucesos paranormales. Todo empezó en 1.986, al convertirse el edificio en sede de la Diputación. Fueron muchos los testimonios de trabajadores del centro que afirmaban ser victimas de extraños sucesos, tales como movimientos de archivos metálicos, lápices y material de oficina que se elevaban varios centímetros. A partir de esa fecha el lugar ha sido escenario de varias muertes, algunas de las cuales fueron calificadas como suicidios, otras como aparentes accidentes. Tal es el grado de alarma que los responsables del centro accedieron a que un grupo de investigadores accedieran al edificio para intentar captar imágenes y psicofonías, recogiendo una de las psicofonías mas impactantes de las que se tiene noticia. Al final del post cuelgo un vídeo con el audio y la transcripción de lo que podría querer decir el supuesto ente.


Rafael Reyes, experto e investigador de fenómenos paranormales, afirma haber tomado unas imágenes en las que aparece el rostro del fantasma. «La imagen fue captada una tarde en la que simplemente paseábamos un amigo y yo por esta calle y nos paramos en el punto que siempre he considerado como uno de los de mayor concentración energética de la ciudad. Hice la foto como tantas otras veces, pero en esta ocasión mientras hacía la foto, mi silueta no se reflejó, y en su lugar apareció una extraña mezcla de luces y sombras que recuerdan al rostro que todos asimilamos como el padre Benito, el fantasma de la Diputación»


El dibujante Andrés Soria, con las indicaciones del parapsicólogo Juan Burgos, el investigador que no solo vio la expresión del que más tarde se dijo que podía ser el último párroco de aquella iglesia, sino que sufrió una mordedura en su mano al bajar las escaleras que conducían al sótano de la antigua Diputación granadina.


La noticia más reciente es la captura de una imagen. En las escaleras al sótano vuelve a aparecer el espectro del último cura de la Magdalena, el antes mencionado Padre Benito , al que se suma la imagen de un cochero con levita y pañuelo al cuello, indumentaria propia del siglo XIX.
¿Qué relación tiene un cochero con el caso de la Diputación? La respuesta forma parte de los últimos datos conocidos en las actividades de la vieja iglesia, de la que se cuenta que en 1835, su último año de culto, mientras se celebraba un funeral y los feligreses entraban y salían del templo, un coche de caballos protagonizó un accidente que se saldó con varios muertos. Los caballos se desbocaron al asustarse por la presencia de los participantes en el funeral y atropelló a los feligreses. El coche estaba ocupado por un importante hombre de negocios granadino que culpó a los participantes en el funeral de haber ocupado la calle y asustar a los animales. Este hombre auspició el cierre del templo. «Ahora, la imagen que se suma a la del padre Benito, parece ser la del cochero que no pudo contener a los animales y su alma aún se siente culpable de las muertes acaecidas hace 181 años», afirma Rafael Reyes.


Pero para comprender mejor que clase de lugar es hay que remontarse en la historia. El edificio se encuentra en la calle Mesones, esquina con la calle Arco de las Cucharas. Una característica del solar, en el que hoy se ubica un edificio civil, es que, hasta finales del siglo pasado y durante al menos durante cuatro centurias, sobre ese espacio se levantaron lugares consagrados al culto.


La iglesia de la Magdalena tuvo dos templos, una primera iglesia construida entre 1508 y 1520, que debido a sus reducidas dimensiones fue sustituida en 1626 por un nuevo templo, edificado a lo largo del siglo XVII y ampliado en el siglo posterior.


Los vecinos más viejos recuerdan todavía que en su infancia los niños del barrio jugaban a “oír ruidos” en la antigua iglesia. El viejo templo fue adquirido hacía 1836 por un comprador particular.


En 1892 el edificio empezó a usarse como almacén, se mantuvo como estaba con el nombre de Almacenes la Magdalena. Mucha gente de los alrededores decían que en aquel lugar pasaban una serie de misterios y sucesos inexplicables. Los empleados de los almacenes eran incapaces de ir solos al lugar donde se guardaban los materiales por miedo, motivo por el cual los dueños habían establecido como norma que se acudiera al almacén por parejas. Un antiguo trabajador de Almacenes Magdalena asegura que uno de los dueños de los almacenes se ahorcó en una viga de la antigua iglesia.


Posteriormente la cadena norteamericana Wolworth adquirió el viejo edificio para establecer allí una moderna franquicia. El nuevo dueño no lo dudo en tirar abajo la antigua iglesia, bajo la queja de los vecinos por destruir aquel edificio histórico, y edificar un bloque de cemento. Durante las obras de derribo del viejo edificio y cimentación del nuevo, en 1973, se produjo un macabro descubrimiento. Al derribar uno de los muros, apareció una habitación con una gran cantidad de huesos humanos, al parecer de niños. Suceso que la empresa no comunicó a las autoridades y prosiguió con las obras.


Al hallazgo de los huesos vino a sumarse otro suceso ocurrido durante la época de obras. El desprendimiento de una grúa costó la vida a un joven peón. Finalmente se produjo la inauguración de los grandes almacenes Wolworth. Aunque era el único local de estas características que existía en la ciudad en aquellos tiempos, los almacenes apenas estuvieron abiertos siete años, y en 1980 cerraron sus puertas. Hay quien dice que en su cierre pudo influir la propagación de ciertos rumores sobre fenómenos extraños sucedidos en el lugar.


Algunos empleados de los grandes almacenes comentaron que habían visto, en ocasiones y sin aparente explicación, que las escaleras mecánicas y otros aparatos funcionaban solos, juguetes que cambiaban de lugar sin explicación aparente, luces que se encendían solas, aires acondicionados que se activaban por las noches, molestando con su ruido a los vecinos… Además, en algunas ocasiones, al abrir el local por la mañana se descubrían desórdenes producidos durante la noche. Está claro que alguien o algo merodeaba por el edificio como si fuera suyo.


Tras el cierre de los grandes almacenes, en 1984 el edificio pasó a manos de la Diputación. Se iniciaba así la etapa más controvertida del lugar, en la cual numerosos testimonios apuntaron a la existencia de fenómenos paranormales en las dependencias administrativas de la Diputación. En un artículo de prensa publicado en el periódico “El Ideal” a finales de noviembre de 1989, el entonces vicepresidente de la Diputación, José Luis Medina, admitía que los albañiles se quejaban a menudo de la desaparición de planos y herramientas.


En 1986 varios trabajadores de la sede administrativa de la Diputación de Granada afirmaron haber notado diversas situaciones anormales durante el horario laboral (desde la mañana hasta el mediodía), como misteriosos tocamientos, tirones de pelo, máquinas que funcionaban solas, mesas que se caían sin que nadie las tocase, voces misteriosas…


Pero los sucesos no acababan con el cierre del edificio. Los empleados públicos aseguran que, en algunas ocasiones, al volver al trabajo a la mañana siguiente, los muebles habían cambiado de lugar.

Sin duda, los fenómenos paranormales más claros y extraordinarios fueron notados por el personal de vigilancia y mantenimiento que trabajaba por las noches en el edificio. Los vigilantes aseguraban escuchar continuamente puertas y cajones que se abrían y cerraban solos, máquinas de escribir tecleando en habitaciones donde no había nadie, ascensores que funcionaban sin que ninguna persona los llamara, y otras situaciones inexplicables en lugares donde no podía haber presencia humana. En otra ocasión un vigilante nocturno aseguró haber visto como un gran mueble archivador pasaba por encima suyo como si alguna fuerza invisible lo estuviera transportando, ubicándolo en otro lugar de la habitación. Pero hubo un hecho que provoco la petición de que se investigara lo que allí sucedía. Una noche, el jefe de mantenimiento sufrió el ataque de una presencia invisible que a punto estuvo de costarle la vida.


Fue el grupo Omega, con Juan Burgos a la cabeza, quien investigó durante tres días la diputación de Granada con sorprendentes resultados. Pudieron ver una figura oscura que parecía tener rostro y llevar sombrero, que pasaba hacia el despacho del Presidente de la Diputación, haces de luces de distintos colores, voces de hombres discutiendo, humo saliendo del muro donde se creía que habían encontrado durante las obras los huesos humanos y que se fue convirtiendo en una columna compacta, como si de un monolito se tratara y que en su parte superior se fue formando una especie de rostro esculpido en piedra. Los fenómenos paranormales también se registraban en los plantas del edificio que producían la fotosíntesis invertida, es decir, desprendían oxígeno y asimilaban anhídrido carbónico. Un hecho descubierto por un médium del equipo de investigación que detectó que los vegetales desprendían un frío inusual. También se consiguieron recoger psicofonías.

En los días que posteriores a la investigación, ante la negativa de la Diputación a seguir colaborando, las siguientes investigaciones tendrían que llevarse desde fuera. Se llevó la psicofonía a técnicos expertos en sonido, quienes manifestaron que la frecuencia que ofrece la cinta “sólo es posible con un cable de acero de diez kilómetros de longitud y una sección de un centímetro, haciéndolo vibrar manualmente; por lo que se estima que es prácticamente imposible producirla, idéntica o similar, con cualquier medio electrónico”. También analizaron el documento sonoro especialistas en otorrinolaringología, quienes dictaminaron la imposibilidad de que la frecuencia recogida en la grabación pudiera haber sido emitida por cuerdas vocales humanas.


Después de analizar la psicofonía llegó el momento de intentar encontrar un rostro para el monolito luminoso aparecido en el sótano del edificio. Hay, al menos dos versiones de cómo se descubrió la verdadera identidad del fantasma. Una de ellas desmentida por uno de los investigadores y la otra en la que al parecer Juan Burgos, que aseguraba haber visto el rostro, se sometió a un tipo de meditación denominada “escatología intermedia” con la cual entró en un trance hasta que consiguió entrever un rostro, que más tarde fue reproducido por el dibujante granadino Andrés Soria.


El retrato robot del fantasma hecho público ante los medios de comunicación correspondería a un varón, de unos cuarenta y cinco años, con la cara cuadrada, pelo gris muy corto, ojos redondos, pequeños, oscuros y hundidos, con una expresión de profunda tristeza, rodeados por grandes ojeras. La nariz es ligeramente aguileña, la boca es de tamaño normal, aunque aparece arqueada también a causa de la tristeza. Después de hacer pública la imagen en un programa de televisión local, algunos vecinos de la zona aseguraron que pertenecía al rostro de un sacerdote, el padre Benito, al que su orden religiosa prohibió entregar su fortuna a los niños pobres de Granada.


En el 2006, tras otra remodelación en la que se le dio al edificio otro aire, abriendo el interior con 39 balcones, este fue ocupado por la gerencia territorial del catastro.


A todo esto se suman decenas de reportajes y programas de radio y televisión de periodistas del prestigio de Iker Jiménez o el ya fallecido Dr. Jiménez del Oso. También es cierto que se han creado leyendas de dudosa credibilidad fruto de las habladurías o de supuestos videntes o investigadores aficionados magnificando supuestos resultados, que ha resultado ser falsos. De hecho hay quien afirma que el famosos retrato robot del Padre Benito es el mayor de los fraudes. Sea como fuere iremos a la oficina del Catastro de Granada y no será para pedir ninguna nota simple. Ya os contaremos..si hay algo que contar.


J.R.

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