La joven de 21 años leyó el e-mail de confirmación de su reserva. Ya tenía alojamiento en Los Ángeles. Guardó su medicación para la terrible depresión que padecía y cerró su mochila. Pensó que lo mejor que podía hacer era un viaje. Y voló a Los Ángeles desde Vancouver, donde vivía.
El taxi llegó al Donwtown de la ciudad Angelina. Un barrio sucio y decadente que vivió dias mejores. Se apeó y miró ante sí la puerta principal del Hotel Cecil. Alzó la vista y observó la enorme y vieja mole donde se iba a alojar. Entró y se registró.
La tarde del 31 de Enero de de 2.013 la joven estuvo recorriendo la ciudad. Antes de regresar al Cecil entró en la librería Last Bookstore y compró algunos libros y discos. Entró en el hotel y saludó al personal de recepción. Nunca más la vieron. Parecía que a la joven se la hubiera tragado la tierra. Sus padres se alarmaron ante la falta de noticias de la chica, así que denunciaron la desaparición. La policía de Los Ángeles inició la investigación pero no hallaron rastro de la joven. Revisando las grabaciones de las cámaras de vigilancia del Cecil, vieron a la chica en uno de los ascensores con un comportamiento de lo más extraño. Entraba y salía de la cabina pulsando los botones. Se asomaba y miraba a izquierda y derecha. Entraba y se ocultaba con actitud aterrorizada. En una de las tomas se la ve con un extraño movimiento de manos de lo más antinatural que heló la sangre de los curtidos agentes.
Además, daba la sensación de que hablaba con alguien, aunque en las imágenes no se apreciaba figura alguna. Al poco salía del ascensor, y nada más se supo.
Al cabo de la semanas, ya en el mes de febrero, los huéspedes empezaron a quejarse de que el agua de las habitaciones tenía un olor y sabor nauseabundo, y un color parduzco. El personal del hotel se puso manos a la obra para solucionar tan incómodo problema. Al parecer el desperfecto se encontraba en uno de los depósitos de la azotea. Cuando abrieron la cubierta sellada del depósito se encontraron con una macabra sorpresa. El cuerpo sin vida de nuestra protagonista flotaba en su interior. Cuando las autoridades se llevaron el cadáver y le realizaron la autopsia, corroboraron que era el cuerpo de la joven y que llevaba 19 días sumergido en el depósito.
Esta es la triste y extraña historia real de la muerte de Elisa Lam. La noticia fue sonada por lo inexplicable e insólito de la muerte de la joven. La investigación continuó durante meses. Se barajó la hipótesis del suicidio e incluso del asesinato, aunque ninguna de las dos se pudo corroborar. El cuerpo, a pesar del mal estado, no mostraba signos de violencia, ni tampoco se encontraron rastros de ningún tipo de sustancia, drogas o alcohol, que hubiesen podido explicar un episodio de brote psicótico. En cuanto al suicidio, según se hacía eco el diario La Vanguardia el 30 de enero de 2017, los investigadores afirmaron que era casi imposible que la joven tuviera acceso a los depósitos del tejado. Los recepcionistas aseguraron que “el tanque no tenía fácil acceso y estaba cerrado con llave. Además, la tapa pesa considerablemente”, algo extraño para una chica que no debía pesar más de 50 kilos. Es más, los bomberos tuvieron que optar por hacer un orificio en el tanque para sacar el cuerpo. Incluso, había un dispositivo de alarma que nunca se activó. Cómo no, la hipótesis paranormal no tardó en copar las RRSS: se habló de una entidad invisible y agresiva que estaría acosando a Elisa en el ascensor; dicha entidad habría sido la responsable de llevarla a la azotea. Una historia llena de enigmas sin resolver con un escenario acostumbrado a la muerte y los espectros. El hotel Cecil.
Con más de 600 habitaciones, el Hotel Cecil fue construido en el corazón de la soleada capital de la costa oeste en 1927, un tiempo de grandes estrellas, gánsteres y crímenes sin resolver. Aunque fue erigido como lugar acogedor, con los años fue decayendo su fama, tornándose en lúgubre y decadente. Aquel que tenía dinero no se alojaba en el Cecil. Su historia siniestra, que abarca varias décadas, comienza poco después de su construcción: tras el crack de 1929 y la Gran Depresión, en sus dependencias tuvieron lugar numerosos suicidios y crímenes, tantos, que hoy está considerado el hotel más maldito de toda la costa oeste.
En él residió durante un tiempo la tristemente célebre Elizabeth Short, bautizada por la prensa como “La Dalia Negra”, una joven aspirante a actriz cuyo cuerpo apareció desnudo y descuartizado en un descampado de Los Ángeles, el 15 de enero de 1947. Nunca se descubrió a su asesino. El terrible crimen da para un post completo.
Fue el primer caso sonado del Cecil, al que siguieron muchos más.
Helen Gurnee, una mujer de 50 años saltó al vacío desde el 7º piso sin motivos aparentes el 22 de octubre de 1.954. Curiosamente se registró una semana antes con el nombre de Margaret Brown.
El 11 de febrero de 1962 Julia Moore saltó desde la ventana de su habitación en la octava planta, cayendo en la marquesina de la segunda planta muriendo en el acto. las causas del suicidio nunca fueron esclarecidas.
En el mismo año, el 12 de octubre, Pauline Otten de 27 años saltó del noveno piso tras una discusión con su marido quién había ido cenar, Pauline cayó sobre un hombre de 65 años que iba pasando por el hotel, los dos murieron por el impacto.
En 1964, Goldid Osgod, una operadora de telefonía retirada que había trabajado mucho tiempo en el hotel, conocida por que alimentaba palomas cerca del hotel, fué apuñalada, estrangulada y violada, la noticia y manera en que la asesinaron indignó a la comunidad, hubo un detenido por el homicidio, pero fue liberado al no encontrar vínculo con el asesinato, nunca se esclareció.
La tétrica historia de este hotel inspiraría una de las últimas temporadas de la exitosa serie catódica American Horror Story –el ficticio Hotel Cortez–. Como si de un imán para los dementes se tratara, el Cecil, ya en lo que era considerado un barrio marginal –skid row–, donde se traficaba con drogas y se realizaba prostitución ilegal, dio cobijo a algunas de las mentes más retorcidas de la crónica negra de los últimos cuarenta años en los EEUU, lo que alentó su nefasta fama.
A mediados de los 80, se pudo ver en el hotel durante una buena temporada, antes de ser arrestado, a Richard Ramírez, alias “Night Stalker” –El Acosador Nocturno–. Uno de los empleados nocturnos del Cecil, Raoul Rodríguez, recordaría más tarde cómo un hombre que estaba seguro era Ramírez se alojó allí durante los meses de julio y agosto de 1985, en una habitación de la planta 14.
De origen mexicano, Ramírez acabó con la vida de 14 personas en Los Ángeles entre 1984 y 1985. A principios de los 90 el Cecil dio cobijo también a Jack Unterweger, un asesino en serie de origen australiano, de notables cualidades literarias, que acabó con la vida de 12 prostitutas utilizando su propio sostén para estrangularlas.
Ya en los 90 el Cecil albergó a otro «ilustre» huésped. Jack Unterweger, asesino en serie apodado «El asesino de Viena». Recibió su primera condena a cadena perpetua con 25 años cuando estranguló a una prostituta con su sujetador.
Mientras estaba en la cárcel Jack escribió una serie de historias cortas, obras y una autobiografía lo que le convirtieron en el predilecto del café de intelectuales Viennese. Aclamado como un modelo de rehabilitación, Jack consiguió la libertad bajo palabra en 1990. Craso error.
En 1991 le contrataron para escribir un artículo sobre la prostitución en Los Angeles. Mientras lo hacía tenía que viajar en un coche de patrulla de la policía de Los Angeles. Y no encontró un lugar mejor para inspirarse que el Hotel Cecil, donde violó y mató por el mísmo método (Con el sujetador de las víctimas) a tres prostitutas. Regresó a Viena continuando con sus andanzas asesinas.
En Febrero de 1992, la policía de Austria emitió un orden de detención por la muerte de 8 mujeres. Jack consiguió escapar con su novia de 18 años a Suiza, Paris y Nueva York, parando a lo largo del camino para llamar a los periódicos y programas de TV de Austria para proclamar su inocencia. Siguiendo el rastro de una tarjeta de crédito dejado por la pareja fugitiva, fueron arrestados por la Interpol en Miami, Florida. Al detenerlos su amiga explicó que buscaron refugio en Miami porque a ella le “gustaba Don Johnson”.
Fue deportado a Austria donde fue acusado del asesinato de 11 prostitutas, incluidas las 3 de Los Angeles. El 28 de Junio de 1994, un jurado de Graz, Austria le encontró culpable de 9 asesinatos y le absolvieron de los otros 2. A la mañana siguiente los carceleros le encontraron muerto en su celda colgando de la barra de una cortina.
Y claro está. Un lugar cargado tan negativamente durante décadas es totalmente propicio para supuestos episodios fenomenología paranormal. Son innumerables los huéspedes que han asegurado haber padecido en sus propias carnes estos fenómenos insólitos, apariciones, ruidos extraños, etc. Algunos de los clientes incluso salieron a toda prisa del establecimiento hotelero afirmando que una presencia fantasmal pretendía asesinarles por estrangulamiento. ¿Tal vez con un sujetador?.
Aunque para inquietante lo que sucedió en los alrededores del hotel en el barrio de Skid Row. A los pocos días de haber aparecido el cuerpo de Elisa Lam se dio el peor brote de tuberculosis de la década, sobre todo entre la población indigente. Fueron 78 los contagiados graves y más de 4.500 personas tuvieron que ser tratadas. ¿Adivináis como se bautizó al test que se le realizaba a los afectados?. El “Test LAM-ELISA. O las autoridades sanitarias de Los Ángeles son unos cachondos o son unos «freaks» de libro.
Las redes sociales están repletas de imágenes de supuestos fantasmas en el Cecil, y la verdad, son poco convincentes. El éxito de American Horror Story también ha alimentado la curiosidad por el hotel provocando visitas y fotos con smartphones de dudosa credibilidad.
Hoy en día el Cecil se llama “Stay on Main” y cuenta con 600 habitaciones para hospedar a los visitantes con nervios de acero. Cabe destacar que ni el cambio de nombre ha logrado borrar la escalofriante reputación del Cecil como uno de los sitios más embrujados de Los Ángeles.
Si alguna vez tengo la suerte de viajar a Los Ángeles (Como dice Loquillo, siempre quise ir a L.A…) tal vez, y sólo tal vez me alojaría en el Cecil. 80 dólares la noche no es demasiado por dormir acompañado de la sonrisa de la Dalia Negra.
J.R.
Nota: enlace del vídeo de las cámaras de vigilancia donde se recoge la secuencia completa del extraño comportamiento de Elisa Lam. No tiene desperdicio. Observad al final que las puertas del elevador se abren y cierran solas.








