Tenía cierta curiosidad por leer la novela escrita por Jerome David Salinger (Nueva York, 1 de enero de 1919 – Cornish, New Hampshire, 27 de enero de 2010). Publicada por primera vez en 1.951, «El guardián entre el centeno» es una obra llena de controversia y polémica. La historia la narra, en primera persona, Holden Caulfield, un adolescente rebelde, inadaptado e inmaduro, pero de gran perspicacia. Se dice de la novela que es la única que ha sabido captar lo que es la adolescencia con todas sus contradicciones; la fórmula del carácter del desorientado protagonista la ofrece su propia hermana, Phoebe, cuando le dice que, sencillamente, no sabe lo que quiere. Es, por otro lado, una novela que ha sido curiosamente citada como favorita por algunos asesinos en serie y otros inadaptados.
Pero para comprender la complejidad o simplicidad del libro de Salinger hay que tener en cuenta varios aspectos. Salinger era miembro de una familia de ascendencia judia y de buena posición que vivía en Nueva York. Fue un estudiante bastante mediocre, y su padre le internó en la Academia Militar de Valley Forge en Pennsylvania. Una vez se graduó su padre le propuso viajar a Europa para aprender idiomas e iniciarse en el negocio de las exportaciones. Convivió en Viena con una familia judía que fue exterminada durante el Holocausto Nazi. Su primer amor fue la hija del matrimonio.
Al estallar la 2º Guerra Mundial Salinger fue reclutado en el servicio de Contraespionaje militar, debido al dominio de los idiomas y su conocimiento de Europa.
En el tramo final de la guerra Salinger, con el 12.º regimiento, participó en la liberación del complejo de campos de concentración de Dachau: se debió ver particularmente implicado porque los oficiales de contraespionaje como él tenían órdenes expresas de inspeccionar los campos, interrogar a los prisioneros y redactar informes para el cuartel general.
Al finalizar la guerra Salinger no fue licenciado, se creó un cuerpo de contraespionaje como asistente del proceso de desnazificación al que fue adscrito y lo trasladaron a Weissenburg, cerca de Núremberg.Sin embargo, las experiencias de la guerra le habían impactado profundamente y, posiblemente afectado por lo que hoy se denomina estrés postraumático, finalmente solicitó voluntariamente tratamiento y fue ingresado en julio en un hospital de Núremberg. Es muy probable que también visitase Viena para encontrar a la familia con la que había vivido hace unos años solo para descubrir que todos, incluida la hija de la que se había enamorado, habían muerto en campos de concentración. La huella emocional que le dejaron estos hechos se percibe en algunos de sus relatos.
Se casó y regresó a los Estados Unidos en abril de 1.946. Y fue entonce cuando escribió «El guardián entre el centeno». Ignoro si cuando escribió el texto era consciente de la repercusión que tendría el relato. Supongo que no, ya que «El guardián entre el centeno» se convirtió en un auténtico monstruo que devoró a su autor. Acosado por la prensa y por fanáticos del libro, Salinger pasó prácticamente recluido el resto de su vida huyendo de la bola de nieve que generó «su monstruo». Escribió unas pocas e intrascendentes obras más. Falleció a los 91 años de muerte natural el 27 de enero de 2010.
Reconozco que leer la obra se me ha hecho pesado (y eso que apenas consta de poco má de 200 páginas) y a mí particularmente no me ha gustado. El protagonista Holden me parece un crío que no para de criticar y menospreciar a todo el mundo. La novela se narra en primera persona y me ha resultado muy cansino leer como Holden reniega todo el rato. Es un relato carente de ninguna emoción. Pero quizá habría que situarse en la época que fue escrito, en la américa más puritana y anti comunista que se recuerda.
Tengamos en cuenta que son las peripecias de un chaval de 15 años que es expulsado de un internado y que se dedica a recorrer las calles de Nueva York gastándose los dólares que tiene en alcohol, cigarrillos, e incluso en contratar los servicios de una prostituta. Está obsesionado con una gorra roja de caza y con su hermana pequeña, Phoebe. Y su mayor interés es saber a dónde van los patos de Central Park cuando el estanque está helado. Fin de la historia.
Pero al parecer, el texto de Salinger posee unas puertas ocultas que sólo algunos han sabido abrir. El guardián entre el centeno es uno de esos libros que es peligroso leer en la adolescencia, de modo que esa es la edad ideal para acercarse a él. Es muy posible que si entras por primera vez en el universo de Holden Caulfield con cuarenta y tantos años solamente consigas dormirte, o que si lo disfrutaste en tu juventud y ahora intentas releerlo lo contemples con la misma actitud condescendiente con la que percibes esas fotos en las que apareces con espinillas y un corte de pelo inverosímil o lees tus diarios de joven enamoradizo e inseguro.
La relación de El guardián entre el centeno con la sociedad, especialmente la norteamericana, nunca ha sido sencilla. Desde su primera edición en 1951, ha vivido de todo: campañas en su contra e intentos de prohibición, segundas partes no autorizadas (ardientemente perseguidas por el propio autor) y una larga lista de asesinos que se declaraban admiradores de la obra. Y aquí está lo verdaderamente misterioso. Veamos.
El 8 de diciembre de 1.980 Mark David Chapman descerrajó cinco disparos sobre John Lennon acabando con su vida cuando éste se dirigía su apartamento en el Edificio Dakota de Nueva York. Cuando la policía lo detuvo se informó de que el sujeto tenía consigo dos artículos: una pistola y un ejemplar de El guardián entre el centeno. Los agentes tuvieron claro qué había hecho con el primer objeto, pero el segundo de ellos inauguró una maldición que aún hoy está más presente en Estados Unidos de lo que pueda parecer. Si mañana hicieran el registro en casa de un delincuente juvenil y encontraran una copia de la novela subrayada y comentada, tengan por seguro que lo anotarían como una circunstancia más del caso.
Mark David Chapman compró el libro, asesinó a Lennon y se sentó tranquilamente a leerlo mientras la policía acudía a detenerle. Escribió en el libro «Esta es mi declaración», y firmó con el nombre del protagonista de la novela, Holden Caulfield. Cuando fue detenido declaró con la misma frialdad con la que había cometido el asesinato aquello de «Estoy seguro de que Holden Caulfield es una gran parte de mí, el protagonista del libro. Y el diablo debe ser una pequeña parte». Una de las cuestiones más curiosas y escalofriantes de la relación entre el asesino de Lennon y el personaje de la obra es que Chapman no se olvidó del libro ni mucho menos durante su larga estancia en la cárcel, ni dejó de concederle importancia al papel que el texto jugó en su locura sociopática de aquellos días. En una entrevista concedida en el año 2000 declaró (hablando de sí mismo en tercera persona): «El 8 de diciembre de 1980, Mark David Chapman era una persona muy confundida. Literalmente vivía en una novela barata (sic), El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger. Vacilaba entre el suicidio, tomar el primer taxi a casa de vuelta a Hawái o matar, como has dicho, a un icono». La interpretación que muchos autores han dado al funcionamiento de la mente de Chapman cuando cometió el crimen es que sentía que Lennon era uno de esos chicos que jugaban en el centeno y había que salvar, porque estaba siendo corrompido por la sociedad y abandonando su pureza.
Como consecuencia de esta nefasta leyenda, El guardián entre el centeno fue en 1981 a un mismo tiempo el libro más prohibido en los institutos norteamericanos y el segundo más recomendado.
Ese mismo año, el 30 de marzo un muchacho llamado John Hinckley Jr. dispara al entonces presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan. Efectuó 6 disparos en 3 segundos con un revólver Röhm RG-14 del calibre 22. Hirió al presidente y a varios escoltas. La bala que alcanzó a Reagan se alojó en el pulmón izquierdo quedando a tan sólo 2,5 cm del corazón. Salvó la vida milagrosamente.
La motivación principal de Hinckley era una obsesión enfermiza con Jodie Foster desde que vió «Taxi Driver», película en la que Foster interpretaba a una prostituta de 12 años. Quería ganar notoriedad para llamar la atención de la actriz emulando a Travis, personaje de la película interpretado por Robert de Niro, que planea matar a un senador. Pero aparte de ésto, su libro de cabecera ya imaginaréis cual es. Además durante los interrogatorios y aún en la actualidad, hace numerosas referencias a la obra de Salinger. Fue declarado no culpable por motivos psicológicos y ha permanecido bajo supervisión médica en un centro psiquiátrico desde entonces. Considerando que ya no constituye una amenaza para los otros, un tribunal federal ordenó su liberación, sin medidas de restricción, en agosto de 2016.
El 18 de julio de 1989 Robert John Bardo llevaba consigo un ejemplar de la novela de Salinger cuando mató a la actriz Rebecca Schaeffer. Bardo, un fan obsesionado que había estado acosándola durante tres años se fijó en Schaeffer después que su obsesión anterior, la pacifista Samantha Smith, muriera en un accidente de avión.
Bardo le escribió varias cartas a Schaeffer, una de las cuales fue respondida por un empleado del servicio de fans de Schaeffer. En 1987 viajó a Los Ángeles en un intento de ver a Schaeffer en el set de «My Sister Sam», pero fue rechazado por la seguridad de la CBS. Enfurecido, regresó un mes más tarde armado con un cuchillo, pero nuevamente los guardias de seguridad le impidieron el acceso a la actriz. Regresó a su ciudad natal, Tucson y se olvidó de Schaeffer por un tiempo, cambiando su obsesion temporalmente por las cantantes pop Madonna, Debbie Gibson y Tiffany.
En 1989, después de ver la película de Schaeffer «Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills», en la que aparecía acostada con un actor, Bardo se enfureció y decidió que Schaeffer debía ser castigada por ser «otra puta de Hollywood.»
Después de haber leído que el acosador de Theresa Saldana, Arthur Richard Jackson, había obtenido la dirección de Saldana a través de un investigador privado, Bardo se acercó a una agencia de detectives de Tucson y les pagó 250 dólares para obtener su domicilio a través de los registros del Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) de California. Su hermano le ayudó a conseguir un arma de fuego, porque era menor de edad (Bardo tenía entonces 19) y, además, no se la daban porque tenía antecedentes de ingresos en centros de salud mental. Viajó a Los Ángeles por tercera vez y, después de localizar el apartamento de Schaeffer, vagó por el barrio preguntando a transeúntes y vecinos si esa era su residencia real.
Confiado en que la dirección era correcta, tocó el timbre. Schaeffer, quien se estaba preparando para una audición para un papel en «El Padrino III», abrió la puerta. Bardo le mostró la carta y el autógrafo que previamente ella le había enviado y, después de una breve conversación, Schaeffer le pidió a Bardo que no volviese por allí. Los dos se estrecharon la mano y Bardo se marchó.
Luego se dirigió a un restaurante y desayunó. Una hora más tarde, Bardo regresó al apartamento de Schaeffer por segunda vez. Schaeffer abrió la puerta de nuevo con «una mirada fría en la cara», dijo Bardo más tarde. Bardo sacó un arma de una bolsa de papel marrón y efectuó un disparo a quemarropa en el pecho. Schaeffer gritó y se derrumbó en su puerta, y Bardo huyó.
Un vecino llamó a los servicios médicos, que llegaron para transportarla al Cedars-Sinai Medical Center. Schaeffer fue declarada muerta 30 minutos después de su llegada. Al día siguiente, Bardo fue arrestado en Tucson. Inmediatamente confesó el asesinato. En el registro a sus pertenencias, casualmente, un ejemplar barato de «El guardián entre el centeno», el cual el mismo confesó que llevaba consigo cuando mató a la actriz.
Pero hagamos un viaje al pasado. El 22 de Noviembre de 1.963 Lee Harvey Oswald asesina (supuestamente) al presidente John Fitzerald Kennedy en la ciudad de Dallas. Otro día analizaremos éste turbio pasaje, arquetipo de «La teoría de la Conspiración». Pero referente a lo que nos concierne, no hace falta que os diga qué libro reposaba sobre la mesilla de noche de Oswald…
No llega a tanto como la teoría conspiranoica del asesinato de Kennedy, pero casi. Existe una auténtica corriente de opinión que liga el libro de Salinger ni más ni menos que a los experimentos MKUltra (Mind Kontrol Ultra) de la CIA. Este nombre de videojuego responde a un programa genuino creado y perfeccionado por la agencia norteamericana en los inquietantes años sesenta, que intentaba establecer un control mental sobre sujetos determinados, pretendiendo que un individuo pudiera preprogramarse y ser utilizado a voluntad para cualquier tipo de acción, incluida la muerte de otros humanos.
Se dice que el MKUltra probó drogas, hipnosis y prácticas cercanas a la tortura para intentar alcanzar ese control total sobre la mente, pero también estímulos intelectuales que pudieran actuar como resorte para conseguir ciertas cosas de un individuo. La teoría, que cuenta con una bibliografía digital nada desdeñable, afirma que «El guardián entre el centeno» pudiera ser una obra que sabe tocar esos resortes asesinos que al parecer todo sujeto guarda dentro y que los chicos del MKUltra localizaron. La guinda del pastel de esta teoría loca para gente aún más loca es el dato no demasiado contrastado de que Mark Chapman, nuestro asesino de Lennon, estuvo recluido en un campamento de la CIA en su juventud, donde fue tratado con diversas drogas y terapias psíquicas.
Ya para finalizar, diré que es curioso comprobar como se ha incrustado el libro en la cultura popular. Aparece en muchas películas de modo subliminal, o en letras y títulos de canciones.
En la película «El Resplandor», dirigida por Stanley Kubrick en 1.980 basada en la novela del mismo nombre de Stephen King, hay una escena en la que se observa a Wendy, la coprotagonista, leyendo en la cocina en compañía de su hijo. Si nos fijamos bien el libro es «El guardián entre el centeno».
En la película Conspiración, protagonizada por Mel Gibson y Julia Roberts, personas manipuladas mentalmente para realizar distintos actos delictivos son controlados al no poder evitar comprar el libro de Salinger donde quiera que lo vean.
La séptima canción de Chinese Democracy, sexto álbum de Guns N’ Roses, lleva el título del libro.
Bring me the horizon, banda de death-core y metal-core del Reino Unido, tiene una canción llamada «Who wants flowers when you’re dead? Nobody» en su EP «This Is What The Edge Of Your Seat Was Made For», esta frase fue extraída del final del capítulo 20, cuando el protagonista, reflexionando dice:
Espero que cuando me llegue el momento, alguien tendrá el sentido suficiente como para tirarme al río o algo así. Cualquier cosa menos que me dejen en un cementerio. Eso de que vengan todos los domingos a ponerte ramos de flores en el estómago y todas esas puñetas… ¿Quién necesita flores cuando ya se ha muerto? Nadie.
Sólo he expuesto estos ejemplos, pero hay muchísimos más
En definitiva, una obra controvertida y considerada de auténtico culto. Libro de cabecera de sociópatas y adolescentes inadaptados desde su publicación. Como dije antes a mi entender me parece bastante malo e incongruente, pero como dijo cierto profesor de instituto: Preguntado por un alumno si consideraba que el libro era peligroso, el profesor respondió. «sólo es peligroso si lo entiendes».
J.R.











Gran artículo! Como comentamos en una ocasión, lo único remarcable del libro a mí parecer, es el lenguaje tan actual que usa el protagonista considerando la época en la que fué escrito. Tal vez no lo hayamos entendido porque no somos psicópatas…. O si?
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